Querido diario napolitano:
(Entrada
personalmente dedicada)
Ya sabemos que todas las carreras no tienen el mismo prestigio.
En concreto, la mía es caca de la vaca para la sociedad… Estudio el grado de
Educación Infantil, sinónimo de pinta y colorea… Pero… ¿qué puedo decir? ¡Ojalá
fuera todo un pinta y colorea! Tendría matrículas de honor a diestro y
siniestro… Sin embargo, no es así…
Sumémosle
que también estudio el ciclo superior de Intérprete de Lengua de
Signos, sinónimo de “mudos” y de “mover las manos” Sin embargo, no es así… ¡Ayy!…
Lo que me gustaría que mi calvito favorito me dijera: “Mueves genial las manos”
(y no es Juanan, es Juanpa, ¿vale? jaja). En cambio, me dice: “Configuraciones blabla, roles blabla, omisiones blabla, clasificadores BLA, BLA, BLA…”.
A lo
que iba, conseguir un Erasmus, en la Universidad PÚBLICA de Murcia, con mi carrera, no
es tarea fácil… Tienes cuatro míseras opciones: Una ciudad francesa, Liubliana,
Salerno o Nápoles. Las dos primeras descartadas por el idioma. Las dos últimas
son el principal objetivo de los/las estudiantes de Infantil (porque no necesitas saber italiano para pedirlas).
Pero
bueno, aquí estoy yo, después de mucho “pintar y colorear” en la biblioteca,
conseguí mi Erasmus (también la Sicue a Sevilla pero Italia mola más). Y lo siento a quien le moleste. Estoy muy orgullosa de tener una plaza Erasmus en una uni pública, sobre todo porque somos casi mil estudiantes en Ed. Infantil y es muy jodido que te la otorguen.
Un
Erasmus te hace conocer otra gente, otra cultura, ampliar horizontes y, sobre
todo, crecer como persona… Te obliga a darte cuenta de que “la botella no está ni medio vacía, ni medio llena, está por la mitad, que lo
interpreten como quieran” (Chojin).
Y como dice la yaya: lo único que nadie te puede robar son tus estudios y tus experiencias, y esto es un dos por uno.
Después
de ver los cerros de Lima podremos hablar de injusticias, mientras tanto…
estoy
de Erasmus,
soy Erasmus,
soy feliz.